Están aquí, sin darse cuenta, no por mí, sino por ustedes… Por la crisis de credibilidad generalizada…Por la desconfianza que tienen en la política”. Con este tipo de frases, después de agradecer a México por haber dado asilo, a lo largo de su historia, a migrantes de todo el mundo, Pepe Mujica inició su participación en la presentación del libro “Una oveja negra en el poder”
Durante casi una hora, sus palabras fueron una constante provocación a reflexionar sobre nuestra concepción del poder y la política. En varias ocasiones, hizo énfasis en la necesidad de construir capital social si queremos garantizar que las generaciones recientes y futuras vivan en un mundo digno.
Aunque no tuve la oportunidad de verlo en Tijuana, lo vi en la Ciudad de México. En ambas presentaciones, su discurso dejó ver su esencia, acentuó su sencillez. Aprovechó los foros para despertar el interés de ser parte de las transformaciones sociales, de pensar en colectivo, de ser conscientes de nuestras acciones y aceptar el valor e importancia de la congruencia al tratarse de política. En pocas palabras, de rescatar el sentido de la política y re-encauzar esta actividad en atender los asuntos que afectan a México.
Hablar de “Educación, jóvenes y filosofía de vida”, en México, en un momento donde padecemos las consecuencias de la apatía social, donde la violencia, la desigualdad, la impunidad, el abuso de poder, entre otros, que aparecen como protagonistas de los sucesos sociales, nos pone de frente con el reto de repensar las formas en que podemos lograr los cambios. ¿Qué tenemos que hacer y cuánto tiempo pasará para que los mexicanos nos reeduquemos en relación con el poder? ¿Cuándo veremos el poder como la posibilidad de favorecer a un país y a todos los que ahí viven, en igualdad de circunstancias? ¿Cómo tenemos que educar para que en un futuro, no muy lejano, tengamos una generación de “Mujicas” que le den prioridad a la justicia social?.
Reconociendo que vivimos en un contexto donde la indiferencia ha favorecido a la permanencia de sinergias que atentan contra lo público y favorecen a lo privado, para quienes promovemos la participación ciudadana, un personaje como él representa un futuro posible. Efectivamente, fui más por mí que por él. Y no dudo que muchos hayan asistido bajo las mismas condiciones. Fuimos más por nosotros, que por él, fuimos por nuestra ciudad, por nuestro país. Por salvarnos de nosotros mismos.